Pasar "de noche"

Sé tan pocas cosas que es como si hubiera pasado de noche por la vida.
No sé si a la mayoría de los occidentales les pasa lo que a mí: que somos ciegos para distinguir a un oriental de otro. Y, en justa compensación para ellos, todos nosotros somos iguales. Hay que ser enólogo para saber apreciar  la rica variedad de los vinos y entomólogo para diferenciar las decenas de miles de familias de escarabajos que existen. El mundo, salvo aquello de lo que sabemos, es un paisaje neblinoso donde destacan unas cuantas cosas.

Y el problema más grave no es si el bosque es únicamente un montón de árboles donde no se destacan para nosotros cipreses de abedules, pinos de robles... y la enorme variedad de seres que están ahí, o si para nosotros la realidad es tan escuálida como nuestro escaso repertorio de nombres y adjetivos; el mayor problema es que el área más importante de nuestra vida se nos oculta detrás de esa capa de ignorancia. Somos prácticamente ciegos a lo que nos ocurre, a lo que nos afecta, a lo que tiene que ver directamente con nosotros: sentimos, pero sentimos toscamente; sentimos miedo, amor, ternura... sin saber apreciar bien a bien esas experiencias, y, si no las discernimos , lamentablemente es como si no nos ocurrieran. Así, sólo somos capaces de advertir extremos: bueno o malo, bonito o feo, poco o un chingo... sin la gama innumerable que media entre esas puntas: desperdiciamos nuestras experiencias. La percepción que tenemos de nuestra vida es tan raquítica como la del individuo privado del olfato que, en consecuencia, sólo  es capaz de notar los sabores básicos: dulce, salado, agrio, picante y umami. Dulces son el mango, el melón y la sandía, pero sin olfato todos esos frutos son meramente dulces, dulces y nada más. Y así, hay de miedos a miedos y de amores a amores; pero como no apreciamos las distintas experiencias son simplemente miedo o simplemente amor.

En la escuela, cuando un estudiante aprobaba sin haber absorbido los conocimientos de la materia (lo que es bastante absurdo pero completamente posible en México, y supongo también en otros países); se decía que "pasó de noche", es decir,  que pasó pero no pudo ver nada. Yo, que me he pasado un rato de mi vida escribiendo  y estudiando, soy capaz de reconocer algunas figuras del conocimiento; pero aunque la danza me gusta me es ajena y no conozco siquiera el nombre de los distintos pasos y vueltas que arman una coreografía, y también me es ajeno el conocimiento de las mezclas con las que un albañil pega sus tabiques: ignoro los tiempos de secado, la dureza de los materiales, la distancia a la que deben colocarse los castillos; soy ciego o casi ciego ante un muro y ante los vuelos de una bailarina, y me pasa lo mismo con el fútbol, con otros idiomas, con la gastronomía, con la administración pública y privada... sé tan pocas cosas que es como si hubiera pasado de noche por la vida.

Todos pasamos de noche ante la gran riqueza de la vida. Y no es que el mundo sea pobre: lo angostamos nosotros por nuestra incapacidad para apreciarlo. Y ya sé que "entre todos sabemos todo", pero también sé que en lo individual cada quien sólo sabe lo que se ha tomado el trabajo de interesarse; de pensarlo, reflexionarlo, de escarbarle, y, por ello, también sé que cada quién, por más que se esfuerce, pasa de largo por la vida sin darse cuenta prácticamente de nada, y algunos, efectivamente, de absolutamente nada.

Comentarios

  1. Las personas quieren " pasar noche". O como decían otros "dormidos".
    ¿Pero no también cuando duermes, uno sueña?, intenta descifrar el mundo, en cada una de esas lucidez de imágenes.

    Los cegados los he visto y no hace falta ser un ciego para saberlo.
    Les dices :eres libre, les abres la puerta y aun así no se van...

    El estar ciego no es estar muerto, pero si el estar muerto si es estar ciego.

    A. F

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