La elección menos difícil

¿Habré elegido bien mi oficio, a mis amigos, a mi pareja?...

Al mirar el mundo, solo unas cuantas cosas escapan al barrido indiferente de mi vista, unas cuantas cosas brillan como si tuviesen luz propia. Miro y mientras mi atención cae sobre algún objeto, sucumbe el universo, pues el universo es siempre ese inmenso resto en el que no somos nada. Y, obviamente, siendo tanto lo perdido me pregunto si habré elegido bien o no. Si aquello con lo que he llenado mi vida fue —como creí en su momento— lo mejor.

Esta duda pone mi existencia —y la de cualquiera— contra la pared pues todos hemos caminado por un sendero que a cada instante y, en cada paso, elegimos A o B o C y renunciamos así a los demás destinos posibles.

Entiendo que muchas veces no nos quedaba más remedio o, por lo menos, así lo creímos, y dimos el paso a regañadientes adentrándonos por la única ruta que parecía practicable; pero entiendo también que en las constantes elecciones cotidianas fuimos definidos por nuestro instinto, ese criterio selectivo que guía la mirada hacia una cosa y no hacia otra: ese instinto que ahora me ha puesto a escribir esta idea con estas palabras, en vez de desarrollar otra idea o, de plano, invertir esta tarde en ir a caminar o tirarme en un paracaídas.

¿Habré elegido bien mi oficio, a mis amigos, a mi pareja?, ¿serán los mejores los libros que leo, los pasatiempos que tengo? En apariencia, sí, pues me siento bien: estoy contento; pero tal vez me sentiría igual de contento o más si todo hubiese sido de distinta manera haciéndome una vida que ahora ni sospecho.

Pude ser otro, pero soy estrictamente este: el que tiene e hizo… lo que cada cual tenga y haya hecho no se trata de estar o no satisfecho o insatisfecho, sino de la pérdida irreparable de muchos universos que, sin saberlo en su momento, sacrificamos por este, por este que somos; que hemos llegado a ser.

¿En qué otra vida mía podía estar alguno de mis yos pensando y escribiendo acerca de esta hipotética nostalgia que no siento pero sí comprendo? Repaso mis opciones y me contemplo de mil formas distintas, me veo protagonizando muchas vidas y, al cabo de una hora de fantasear, comprendo que en cualquiera tendría la misma duda, pues aunque me hubiese vuelto marinero, agricultor o vendedor de autos, estaría ahora añorando tierra firme, soñando con la ciudad o anhelando no tratar con clientes nefastos.

Tal vez solo en esta vida precisa que he elegido escribiría una reflexión acerca de la nostalgia metafísica; pero en todas, estoy seguro, sentiría lo que aquí siento. Qué costo tan alto de posibilidades he pagado por un texto: este.

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